De mica en mica...

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Xerrades-Tallers-Espais familiars-Orientació per educadors ,educadores i persones vinculades amb l'àmbit de la infància i l'adolescència.

viernes, 27 de febrero de 2015

Finlandia: modelo educativo I




El secreto de Finlandia

Una visita a una escuela pública en los suburbios de Helsinki permite descubrir las razones por las que el país nórdico es líder en calidad educativa
Por   | Para LA NACION
 
El modelo finlandés, por dentro. Foto: LA NACION 
La niña rubia con el cabello trenzado por sobre su cabeza no deja de mirarme. No hay nada perturbador en su mirada; es curiosa, inquieta, la típica mirada de los chicos cuando hay visitas de adultos desconocidos en casa. Mientras tanto, dos compañeras, rubias como ella, de 11 años como ella, tironean de su brazo para que se concentre en el micrófono. El resto del grupo espera atento el OK, que llega con un gesto del profesor de música, un flaquito de barba candado, de unos 30 años. Bajo, guitarra, teclados, batería, timbales y voces arrancan entonces con su versión deJäätelöauto (Auto helado), un éxito del grupo finlandés Ultra Bra de principios de 2000, cuando todos estos chicos que tocan y cantan, y disfrutan haciendo coros, ni siquiera habían nacido. Suenan muy bien.
Hermosa manera de recibir a las visitas, pienso, y en mi entusiasmo aplaudo fuerte en el salón de clases cuando termina el primer tema del show que prepararon los chicos de la escuela Suutarila, una escuela pública de los suburbios de Helsinki, la capital de Finlandia, en el norte extremo de Europa. Kari Toyryla, el director, aplaude como un padre orgulloso. Tiene alrededor de 50 años y salió a la puerta cuando, por medio de mensajes telefónicos, supo que había llegado media hora antes. Acostumbrada a calcular tiempo de más por el tránsito y la falta de previsibilidad en el transporte porteño, ese tiempo de resguardo resultó innecesario. Los colectivos finlandeses maravillan en su eficiencia: el bus llegó a la parada de la Rautatientori, la estación central, a la hora anunciada por la página de Internet y demoró el tiempo previsto en llegar hasta el barrio en el que se levanta la escuela. El viaje duró cuarenta minutos en un ómnibus limpio, con asientos cómodos y poca gente, un chofer con buena disponibilidad para turistas que lo ignoran todo y monitores que indican las paradas en una lengua difícil y que no se parece a nada. Al descender, una cuadra y media de caminata entre el verde y el ocre de los jardines otoñales, señoras mayores mimando sus plantas, chicos llegando solos a la escuela en grupitos de a tres o cuatro, sol radiante y silencio. Todo tan parecido a una modesta gloria.
 
La tecnología está presente en las aulas, donde los chicos utilizan notebooks que al final del día quedan guardadas en la escuela para evitar su deterioro. Foto: LA NACION 
Kari me había sorprendido al saludarme con un abrazo, no lo esperaba: no es esa la idea que uno tiene de los finlandeses, generalmente considerados personas frías y distantes. Sonríe mucho, se lo ve feliz de recibir a gente con ganas de conocer el sistema educativo en el que trabaja desde hace décadas. Con buenos resultados en pruebas internacionales, en las últimas décadas Finlandia se convirtió en país modelo de educación y Kari parece satisfecho de poder contarle a un extranjero en qué consisten esas ideas sobre las que se funda el éxito de la enseñanza en su país. Ya en la biblioteca, un lugar amplio, con muebles sencillos y funcionales de madera clara, se suma a la conversación Outi Pihlman, maestra de inglés.
La escuela alberga a casi 400 chicos y comparte el edificio con un centro comunitario del barrio. Por eso hay gente todo el día, todos los días, incluidos los fines de semana. Por las noches, el gimnasio, amplio y cómodo, se llena con adultos que acuden para practicar deportes en el mismo espacio físico donde, por la mañana, los chicos practican los suyos.
Comienza el recorrido por las aulas para saludar a los chicos y ver cómo es un día cualquiera en una escuela finlandesa, donde las jornadas escolares son más cortas y los exámenes son menos y de exigencia moderada. Esta matriz surgió a partir de un cambio del sistema educativo, que era más elitista, al que se llegó por consenso entre las diferentes fuerzas políticas hace unas cuatro décadas. Desde los años 70, y pese a que pasaron varios gobiernos y decenas de ministros de distinto signo, el modelo educativo dentro del estado de bienestar no se mueve. Este sistema gratuito, estatal y administrado por las municipalidades cuyo principal logro es la equidad social junto con la adquisición de conocimiento, se llama Peruskoulu, en finlandés, y dura nueve años en los cuales la educación es obligatoria. Va desde los 7 años hasta los 16. Lo que pasa antes depende de los padres; lo que pasa después, de los padres y también del adolescente, quien define si quiere seguir estudiando. Durante la enseñanza obligatoria todo es gratis para los alumnos, también los libros, que los docentes seleccionan según sus criterios. Los maestros confeccionan los programas, no hay currículas estandarizadas aunque sí hay pautas. "Confían en nosotros, por nuestra formación", explica Outi en su inglés clarísimo y modulado. No hay inspecciones escolares, como tampoco hay exámenes de riesgo porque, como explica el experto Pasi Sahlberg en uno de sus libros, no hay en Finlandia "mentalidad de carrera hacia la cima". En lugar de pocos exámenes de alta exigencia, hay muchos de menos exigencia. Frases clásicas de la sociedad finlandesa como menos es más o lo pequeño es hermoso encuentran en el sistema educativo un eco profundo de identificación.
 
Descalzos: al llegar al mediodía a la escuela, los alumnos se quitan los zapatos para estar más cómodos y como en casa; allí también almuerzan junto a los maestros. Foto: LA NACION 
Los chicos finlandeses van a la escuela en promedio seis horas por día, cada docente tiene a su cargo entre 20 y 25 alumnos, los recreos duran 15 minutos, cursan las materias convencionales, practican deportes y todos tienen, varones y mujeres, clases de costura y tejido y de carpintería, en un taller cómodo y con herramientas en condiciones y ordenadas. "Los varones son buenísimos con las máquinas de coser", comenta Outi, quien explica que el curso tiene como objetivo que los alumnos consigan su carnet de conducir las máquinas, algo que los entusiasma mucho.

ENTRE LIBROS Y NOTEBOOKS

En algunas aulas son los chicos quienes leen en voz alta y se van pasando la posta; en otras, el maestro les lee. También hacen lectura silenciosa en unos sillones. En otro salón, los chicos practican ejercicios de matemáticas en las notebooks, que pertenecen a la escuela y quedan todos los días en el edificio, guardadas en unos muebles especiales para evitar el deterioro. En otra aula, un grupo dibuja y pinta con crayones y acuarelas. Cada vez que abrimos una puerta, el director pide permiso y dice que hay una periodista argentina que vino de visita. Le pido a Kari que les pregunte si conocen a alguien nacido en la Argentina. La respuesta es obvia y la gritan a coro los varones: "¡¡¡Messiiiiiiiiiiiiiii!!!."
 
En promedio los chicos finlandeses pasan seis horas en la escuela y no hay duros exámenes, sino muchas pruebas de poca exigencia. Foto: LA NACION 
Difícil saber si los chicos de Suutarila tienen preferencias vintage para elegir repertorio o si son sus maestros quienes los convencen para cantar temas famosos de tiempo atrás. La segunda vez me esperan con una versión entusiasta de Eye of the Tiger, de Survivor, tema que se hizo famoso en Rocky III y que hoy es un clásico de todos los tiempos. Divierte ver cómo hacen los coros, muertos de risa. Estoy acostumbrada a ver chicos, a vivir con chicos. Por trabajo además visité escuelas en toda América latina; conozco esos ojos, esos gestos, esos chismecitos entre ellos. El tono de la piel o el del cabello no cambia el grado de curiosidad, sus ganas de saber, sus necesidades, sus decepciones. Los chicos son chicos y son lindos en cualquier lugar del mundo. Cambia la actitud y el modo de vestir: sus ropas son alegres, divertidas, de calidad. Mucho fucsia, violeta, estampados con flores, colores vibrantes. Lo que es no tan bueno para ellos sería de altísimo nivel para el estándar en nuestros países. Se ven colgados uno al lado del otro sus abrigos en los percheros; abajo están sus calzados; en cuanto llegan se sacan las camperas y las botas, y quedan descalzos, sólo con medias: así van a pasar su mañana. "Es mucho más limpio y están como en casa", explica Kari, quien cuenta entonces cómo son la mayoría de los días del año en Helsinki, cuando este sol que hoy levanta el ánimo apenas se ve un ratito y el resto del día es oscuridad y nieve, aunque los chicos siguen jugando afuera, con la ropa adecuada. Ahí es cuando se hace indispensable encontrar comodidad en los interiores de casas y edificios -calefaccionados con electricidad-, y preservar la limpieza y la higiene. Los finlandeses, como el resto de los habitantes de los países nórdicos, tienen lo que llaman el snow how, una serie de saberes que aplican para no perder la diversión y la vida normal en invierno, aun con varios centímetros de nieve en las calles y los jardines.

LA CARRERA DOCENTE

 
Convertirse en docente en Finlandia no es una tarea fácil: además de tener excelentes notas en la Universidad, es necesario contar con un máster. Foto: LA NACION 
Llega el mediodía, hora del almuerzo, que comparten maestros y alumnos. Mesas largas, bancos colectivos, techos altos en un salón muy amplio donde se ve el escenario que utilizan para realizar los actos. Ahí atrás, la cocina, con un ejército de mujeres preparando lo que va a comer la comunidad escolar. Ese día el menú consta de ensaladas diversas, papas, bastones de pescado y albóndigas de carne: cada uno se sirve con su bandeja. La comida es sabrosa y se ve saludable. Todos tienen rodajas de pan negro con semillas y lo untan con manteca. Grandes y chicos beben leche con el almuerzo. La conversación con Kari y Outi avanza por varios carriles a la vez: responden sobre todo, no se asustan. Kari dice que por su edad y experiencia, varias veces le ofrecieron ir a trabajar como funcionario, pero que no puede abandonar la escuela.
No llega cualquiera a ser maestro en Finlandia. Se necesitan horas y horas de estudio y un máster. Horas y horas son exactamente 8100 horas (de 45 minutos), en un lapso de cinco años. Un estudio del economista y experto en educación Juan Llach para la Fundación Rap compara esos números con las 3600 horas de estudio que se necesita para ser maestro en la Argentina, en un lapso de cuatro años. La formación docente en Finlandia es muy estricta y sólo llegan los mejores, no se trata de una elección por descarte, sino de una profesión deseada por los jóvenes, junto con ingeniería y medicina. "La profesión de maestro aquí es de las más populares, los jóvenes siempre quieren pertenecer a la elite que logra ingresar a la carrera. Entiendo que el respeto social tiene que ver con esto", dice Outi, que se sorprende cuando escucha que en la Argentina suele haber noticias con maestros que son golpeados por alumnos o por padres de alumnos. Kari cuenta que "los salarios están bien, no son extraordinarios, pero sirven para vivir". En Finlandia hay un solo sindicato, muy fuerte. Los maestros dan clase 25 horas por semana. La última huelga fue en 1983 y, por ley, si se logra el convenio salarial, las huelgas están prohibidas. Outi dice que últimamente, pese a que el sistema sigue funcionando bien, hay exceso de demanda burocrática y esto hace que a los docentes se les acumulen tareas por el mismo sueldo. Y cuenta que es común que viejos maestros justifiquen estas cosas sin quejarse en voz alta por aquella frase de es la vocación que llama. Y emite su única queja: "A veces somos demasiado leales a las autoridades."
Este sistema, esta conducta, estos hábitos se dan en un país de población pequeña, que pertenece a la Unión Europea, pero que comparte una enorme frontera de 1300 kilómetros con Rusia, con quien tuvieron además guerras que costaron muchas vidas y mucho dinero en compensaciones. Finlandia es independiente desde 1917, supo ser parte del imperio sueco y, luego, del imperio ruso. Hoy son cinco millones y medio de habitantes, de los cuales el 10% vive en la capital, Helsinki. Aunque la inmigración va en alza está controlada, por lo que sigue siendo una población homogénea. Otras de las razones para el éxito educativo y social radican en la paridad de ingresos, la transparencia política y la confianza de la sociedad entre los mismos ciudadanos y por parte de los ciudadanos hacia la clase política. La lengua es el finlandés y el sueco es la segunda lengua.
"Nosotros tuvimos primero a la nobleza sueca y luego a la nobleza rusa. Pero nuestra propia nobleza es la gente educada", dice Outi con una sonrisa inmensa, mientras llevamos de vuelta las bandejas del almuerzo. Un artículo reciente del diario El País de Madrid aseguraba que los finlandeses leen un promedio de 47 libros al año, de los cuales 10 son por placer, ni por trabajo ni por estudio. De esa nobleza cultural que hizo de Finlandia en 1906 el primer país del mundo en el que las mujeres tuvieron el derecho a voto y siempre fueron a la Universidad, de esa que llena día a día las bibliotecas públicas y las librerías, y que tiene a la educación como bandera, habla Outi..

Finlandia: modelo educativo II

Ministra Educación Finlandia: "Lo académico no es lo único que necesitan los niños" @KristaKiuru

Segundo extracto de la entrevista realizada por Christine Gross-Loh. The Atlantic 17.03.2014

Latokartano Comprehensive School. Vantaa .........   

CGL. Recuerdo lo que me sorprendió ver cuántas clases profesionales o prácticas (economía doméstica, arte, tecnología, etc.) estaban disponibles para los estudiantes en cada una de las escuelas finlandesas que visité. En una escuela secundaria, los niños estaban preparando el desayuno; en otra, vi cómo todos los niños habían aprendido a coser sus propios trajes de baño. Varios maestros me comentaron: "Es importante que los estudiantes tengan diferentes actividades durante el día." Y no parece haber ningún estigma hacia la formación profesional. ¿Existe esta actitud en todas las escuelas de Finlandia?

KK. Sí, estamos convencidos de que para los jóvenes la artesanía, la cocina, las propuestas creativas y los deportes son enormemente importantes. Creemos que esto ayuda a los jóvenes a beneficiarse más de las habilidades que están aprendiendo en la escuela.


CGL ¿Cree usted que esto quita tiempo de lo académico?

KK. Lo académico no es lo único que necesitan los niños. Los niños necesitan mucho más. La escuela debe ser el lugar donde enseñamos el significado de la vida; donde los niños aprenden que son necesarios; donde pueden aprender las habilidades para vivir en comunidad. Nos gusta pensar que la escuela también es importante para el desarrollo de una buena imagen de sí mismo, una fuerte sensibilidad hacia los sentimientos de otras personas ... y esta comprensión es importante para cuidar de los demás. Definitivamente, queremos incorporar todas estas cosas en la educación.

Del blog Aprender de Finlandia http://aprender-de-finlandia.blogspot.com.es/2015/02/ministra-educacion-finlandia-lo.html

lunes, 23 de febrero de 2015

Atravesando lecturas, acompañando lectores.

Madrechillona





¿Y si las historias para niños  fueran de lectura obligatoria para los adultos?
¿Seríamos realmente capaces de aprender lo que desde hace tiempo venimos enseñando?



  Partiendo  de estas sabias preguntas de Saramago comienza el relato de una experiencia de lectura con un grupo de niños y niñas de entre 4 y 9 años compartiendo sentimientos, fantasías, miedos, palabras y dibujos
Había una vez, un grupo de niños y niñas que concurrían a un centro de actividades lúdicas y educativas cuyo objetivo era favorecer su situación psicosocial y mejorar el proceso de integración. A algunos  de ellos las disciplinas sociales los llamaban “normalizados” y a otros los”categorizaban” como niños con dificultades  psicológicas, físicas y afectivas.
En mi opinión si nos preguntáramos que necesita cualquier niño para crecer, la respuesta practicamente  se resumiria en que necesitan a su lado adultos que los quieran, los cuiden, los protejan y atiendan sus necesidades. Esta fórmula aparentemente sencilla no suele ser tan fàcil de conseguir.
Unos días antes de que sucediera lo que contaré  se había producido una baja más en el grupo y aunque están acostumbrados a estas pérdidas y ausencias causades por  la movilidad y el desplazamiento familiar,  en este caso ellos sabían porque  también comparten el barrio y la escuela  los motivos por los que esta compañera  ya no vendria más, pero eso  permanecía en el orden de lo que no se habla.
Una niña había dejado de venir al centro, incluso se había marchado del barrio de un día para otro a causa de un episodio de violencia familiar. Pocos días después según el calendario se hablaría de una de esas fechas que están marcades para hacer conciencia  del rechazo a la violencia y la agresión en cualquiera de sus formas.
Los niños sentados en el suelo  escuchaban frases hechas como máximas del estilo, “está mal que los papás les peguen a las mamás, porque es malo pegar y nadie debe pegar a otro”.Mientras la educadora hacía su discurso, comencé a preguntarme que estaría pasando en las cabecitas de estos niños ¿Qué recorrido en espiral  harían estas frases y como las podrían metabolitzar?. Porque  más allá de la verdad universal que  se les estaba diciendo ... ¿ Cómo o con qué recursos ellos podrían elaborar las ambivalencias que experimentan en su vida familiar y  en sus entornos?¿Como podrían inscribir su verdad en singular?

Decidí que la próxima semana  Madrechillona me acompañaría y comenté con ellos si les gustaria que trajera un libro para leer juntos.
Aunque la propuesta lúdico-educativa para estos niños contempla la lectura, me he topado con la creencia de algunas educadoras-no todas- a cargo de ellos que  presuponen "para qué si no les gusta leer" ,  "no saben leer " y  "cómo van a leer si sus familias no leen". Por lo cual, cada vez que les presentaba informalmente un libro, la apuesta se redoblaba.

Y llegó el día que llevé Madrechillona  y fue bienvenida. Todos dispuestos en el suelo buscando acercarse cada vez más al libro -y a mí - empezábamos a imaginar mirando la ilustración de la tapa que pasaría, de que iría esta historia y  así fue apareciendo la idea de una mamá con un hijo y mientras pasábamos las págines comenzaron  a ponerles voces a los personajes  al mismo tiempo que  sus caras cada vez más expresivas iban reflejando diferentes emociones seguramente asociadas a sus imágenes mentales .
Poco a poco comenzaron a brotar  palabras y frases. Entre susurros iban tomando cuerpo sus propias voces, asociaciones , comentarios y  se asomó el humor y la risa cuando el pomips desapareció en la calle y también  la sensación de impotencia porque  el pico que aterrizó en las montañas dejó al pingüinito sin boca para hablar, ...para gritar.
He observado que cuando se respetan las características expresivas de cada niño y su espontaneidad, eso mismo ayuda  a simbolizar ; que de lo que se trata es de estar presentes, disponibles, interesados por estar y no preocuparse tanto por hacer .Creo que los niños no tienen la necesidad que todos sus deseos sean cumplidos però los tranquiliza que sus deseos sean reconocidos, tenidos en cuenta.Y leer a su lado , sin predecir ni inducir, en parte posibilita ese juego.
Debe ser tranquilizador encontrarse con un libro que muestra las dos caras de una relación madre-hijo no siempre azucarada, descubrir en un libro  que hay una mamá pingüino chillona que hace serie con otras mamás chillonas que andan por ahí y que chillan porque se sienten cansadísimas y muy solas y eso les hace perder el control. Que a veces no pueden o no saben a quien pedir ayuda -o no tienen quien les sirva de sostén-.Y que a su vez están con niños  que necesitan cosas (movimiento, aire libre, juego) que no suele dárseles en la medida que necesitan y están tan saturados como ellas.
Uno de los roles escenciales en el desarrollo psicológico de las personas es la relación con sus figuras de apego, es decir, con quienes los crían y educan. Los niños aman a sus padres y  quieren ser amados y reconocidos por estos y hacen coses para ser mirados y llamar su atención.
Habría que ponerse en los zapatos de aquellos niños  que no tienen la fortuna de ser tratados como se merecen, que sufren maltratos y humillaciones y que sin embargo, creen que ellos son los culpables de la situación. Y aún así, esperan sufridamente que por fin un día sus padres los quieran. Los dolores de la infancia acostumbran  ser discretos y  habitar el solitario mundo interior, cosa de la que algunos adultos suelen sacar provecho.
Son muchos los niños que crecen entre gritos, a veces guardando silencios forzados y además escuchando argumentos y juicios de valor respecto a la idoneidad o no de quienes ejercen para ellos los roles parentales. No cuesta mucho imaginar las consecuencias  sobre la imagen de sí mismo y posibles maltratos del entorno que esto puede ocasionar.
Es allí donde los libros y sus personajes cuando aparecen, pueden ser acompañantes adecuados como el osito de peluche cuando hay que separarse para ir a dormir y afloran los miedos. Porque simbólicamente puede convertirse en el pingüino o en cualquier otro héroe o antihéroe y la historia contada lo vuelve cómplice de otros que también tienen problemas. Así identificado y camuflado en el personaje puede enfrentar los peligros, aceptar sus sentimientos agresivos y ambivalentes hacia quienes ama sin poner en riesgo ese entramado tan complejo que es el amor.
Y sí, porque el amor puede ser como una madeja de lana  que se enreda, se anuda y que cuando se estira se tensa y adelgaza, pero a la vez está hecha de muchas hebras que al deshilacharse pueden seguir unidas por una muy fina …o cortarse. 

Y es por eso que los adultos tienen que leerles cuentos a los niños. “Es importante que el futuro lector aprenda a relacionar desde el principio el mundo de sobre todo, la oralidad y el de la escritura. Que descubra que la escritura es la memoria de las palabras, y que los libros los libros son algo así como esas despensas donde se guarda todo cuanto de gustoso e indefinible hay a nuestro alrededor; ese lugar donde uno puede acudir por las noches, mientras todos duermen, a tomar lo que necesita. A estas alturas habrá hecho un descubrimiento esencial, que existen palabras del día y palabras de la noche. Las palabras del día tienen que ver con lo que somos, con nuestra razón, nuestras obligaciones y nuestra respetabilidad; las de la noche con la intimidad, con el mundo de nuestros deseos y nuestros sueños. Y ése es un mundo que necesariamente se relaciona con el secreto” –dice Garzo.
Fue así como aparecieron un puñado de pingüinitos y pingüinitas aliviados por la oportunidad de compartir mientras hojeábamos el libro y sin haberlo preparado fuimos al cuarto del material porque necesitábamos expresarlo y elegimos un papel grande y amarillo  como el libro para dejar huellas. Primero lo roto, lo doloroso para dar paso a los corazones y  la tranquilidad de la reparación.  
Cuando trabajamos con niños es sabido que basándonos en sus dibujos y sus  juegos, podemos comprender como ve e interpreta el mundo: lo que le gustaría que fuese, cuáles son sus inquietudes, que problemas le acosan. Dibujando y jugando el niño expresa lo que le costaría mucho manifestar con palabras... aquello que elija hacer  se ve motivado por procesos internos, deseos, problemas, ansiedades. Lo que está sucediendo en la mente del niño determina su producción,  es su lenguaje secreto que debemos respetar aunque no lo entendamos.   

Habiendo pasado cierto tiempo rescato de mi memoria aquella experiencia  recordándola con esta reflexión de Yolanda Reyes,“Si está claro que una condición esencial para salir de la pobreza es tener una vivienda digna, también es prioritario construir los cimientos de esas “casas imaginarias” para cerrar las brechas de exclusión que separan a los niños que crecen envueltos entre historias de aquellos a quienes condenamos a la peor pobreza de todas, que es la carencia de imaginación y de palabras.”

A mi entender Jutta Bauer ha dado una puntada con hilo para unir en una hermosa metáfora  los sentimientos   de adultos y pequeños, que  como en La caja de las palabras,   una vez guardada en la memoria podrán abrirla como un paraguas cuando  amenacen  los tormentas  emocionales que conllevan las ambivalentes relaciones madre-hijo.
...Las relaciones...

jueves, 5 de febrero de 2015

Crianza y primera infancia: Una experiencia

En octubre 2014  se abrieron las puertas del Espai familiar del Centre Cívic Cinema Iris de Calafell.







A modo de presentación podría decir que se trata de un lugar de socialización temprana al que acuden los niños y niñas de 0 a 3 años acompañados por sus  madres, padres , abuelas o abuelos
Se caracteriza por ser un lugar de recreación y encuentro en el que los bebés son tratados como sujetos,  donde no inscribimos a nadie previamente ni apuntamos sus datos, se respeta el anonimato y es gratuito para los asistentes.



La propuesta surge como una más entre otras que existen dirigidas a la primera infancia en una época en la que la educación y la crianza de los niños ocupan estantes enteros de prestigiosas bibliotecas y librerías.  Es oportuno mencionar que hay un rasgo diferencial, se trabaja con familias, pero los protagonistas son los niños y niñas. Nuestra intención es acompañarlos a unos y otros en  el proceso de familiarizarse, lo que representa  filiar a un hijo mientras  se va construyendo el vínculo madre/padre- hijo/hija. Siempre teniendo en cuenta que mucho de lo que se asume acerca de lo que es “normal” o “natural” en el desarrollo de un niño se basa en “paradigmas culturales”.


Es fundamentalmente un espacio de humanización inspirado en la filosofia de  Francoise Doltó donde solo cuenta la presencia humana, es decir el niño o la niña vienen acompañados de un adulto que no se marcha mientras està allí. Está interactuando con la criatura, también descansa y se ocupa y se encuentra con semejantes.



Yo no intervengo de manera programada, ni realizo ningún tratamiento como tampoco ninguna observación formal ni ninguna experiencia en concreto. Sin embargo esta presencia , el estar sencillamente disponible a la escucha  y dirigirse a los niños delante de sus padres, es la clave del trabajo sutil en este modelo.

Se trata de  ofrecer un lugar a la palabra y a la escucha acogiendo la singularidad de cada familia , favoreciendo el encuentro entre los padres y los hijos con otras familias y entre todos y con el profesional de acogida  para compartir y reflexionar las dificultades y las interrogaciones que surgen en la vida cotidiana con respecto a los hijos.






He  de aclarar que  no se reproduce estrictamente el modelo de dispositivo propuesto por Doltó para la Maison Vert (1) pero es interesante como definió ella lo que aquí sucede , “un lugar donde los pequeños pueden jugar, relacionarse con sus padres y desarrollar una vida social desde su nacimiento. Un lugar para todos aquellos padres que a veces se sienten muy solos con los problemas cotidianos que tienen con sus hijos. No es ni una escuela maternal (“guarderia”) ni un centro de juegos ni una clínica, es una casa donde las madres, los padres, los abuelos y las cuidadoras son acogidos y donde los pequeños encuentran amigos” 

 Aventurarse a ser padre o madre en estos tiempos no es es sin presiones. El ejecicio de la paternidad/maternidad bajo presión se orienta hacia el perfeccionismo y el consumismo. Así pues, casi sin querer ni planteárselo mucho se comienza una carrera de consumo de modelos y recetas educativas. Y como cada uno es hijo de su época - y también de otras – resulta que muchas de las angustias que surgen a los padres y las madres armonizan con las que trasmite la sociedad:  ¿seré demasiado rígido? ¿Le estaré prestando poca atención al juego o a la improvisación de las criaturas? ¿Estoy cayendo en la sobreprotección? ¿O será al contrario y les dejo expresarse libremente  a sus anchas en exceso?


Frente a todas estas preguntas entre otras, mi posición es que ninguno sabe de antemano  exactamente que es bueno o correcto para una criatura en particular, o mejor dicho que no existe una manera  apropiada y universal para educar a los niños y niñas. En pocas décadas hemos pasado de un modelo familiar autoritario a uno permisivo, y actualmente se está buscando un lugar entre la rigidez y el diálogo. Después del best seller (“mejor vendido”) Método del Dr.Estivill (2) que ofrecía – y sigue haciéndolo– respuestas a los padres agotados por la falta de sueño fue tomando fuerza la Teoría del Apego(3)  en sus distintas versiones.

En este espacio no se ofrece ningún tipo de recetario ni un manual con soluciones únicas. 
En primer lugar porque no se puede demostrar que exista una única forma aceptable de vivir la infancia y por otra parte porque  si aquí hay una orientación, esta es justamente alejarse de estereotipos ideológicos que saben anticipadamente lo que es bueno o no para una sujeto o familia en cuestión. 
En todo caso lo que se hace es  estar al lado,  orientada por de la experiencia de Doltó y el psicoanálisis desde  el respeto y guíada por las necesidades en singular de lo que se trata aquí es más bien dejar madurar y a la vez modular las normas y el ejercicio de la libertad, la socialización familiar, la importancia  del juego, de los ritos de paso y las separaciones de crecimiento (ayudar y  preparar a la separación del vínculo estrecho madre‐hijo).
Podría decirse que  algunas veces uno es testigo de cómo el otro arma su jugada y otras veces, tu intervención apunta a desdramatizar pequeños dramas cotidianos.














¿Cómo funciona?



Nos encontramos una vez a la semana para explicarnos cosas y jugar de manera informal. Para funcionar tenemos  unas reglas mínimas porque en la vida existen los límites y este espacio de convivencia es una continuidad: el adulto debe permanecer con el niño/niña todo el tiempo; nos quitamos zapatos ya que suelo y colchonetas son compartidos por los bebés; cada día al llegar el adulto acompañante apunta en la pizarra primero el nombre del niño o niña, la edad y luego el suyo y  por último,antes de marcharnos recogemos y ordenamos entre todos.




Sabemos que jugar es una fuente inagotable de placer, alegría y satisfacción, que favorece el desarrollo físico y emocional, la inteligencia, la afectividad, y la sociabilidad.  

Un niño que juega es un niño sano. Al jugar se despiertan los sentidos, se descubre el propio cuerpo,  se gana fuerza muscular y se coordinan movimientos.



Jugar es también una manera de convivir y de reforzar los lazos familiares acompañado por mamá y papá, aprenderá a dejarse guiar, a gozar de la complicidad con los seres queridos. Porque. Y jugando con iguales comprenderá que existen unas reglas determinadas que deben seguirse para poder jugar, aprenderá a conocer a los demás, a esperar el turno, a aceptar la frustración. 







Aprenderá a expresar emociones y a resolver problemas,  a interiorizar normas y pautas de comportamiento social. El juego despertará su curiosidad, su sentido del humor y su capacidad de esfuerzo.





...Y también mientras todo esto va pasando reutilizamos envases e inventamos construímos juegos y juguetes.