De mica en mica...

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viernes, 8 de noviembre de 2013

Atenciones y dis-atenciones

¿A qué están atentos los niños dis-atentos?

¿Qué manifiesta la niñez a través del mal-estar corporal? ¿Qué envuelve el diagnóstico y pronóstico de ADD? ¿Por qué un niño no puede parar de moverse? ¿Cuál es la causa de la hiperquinesia? ¿Cómo limitar el movimiento desenfrenado de un niño? ¿Cómo trabajar con el niño cuando aparece la indiscriminada violencia corporal? ¿Qué ocurre cuando los profesionales (terapeutas, escuela, médicos) están dis-atentos a lo que le pasa al sujeto y atentos al déficit, la disfunción, la “mala” conducta, la medicación? ¿Cómo se estructuran los síntomas infantiles en la actualidad?

Durante mucho tiempo, la promesa de bienestar, de salud, de prosperidad, de ideales, estaba básicamente depositada en la figura del padre. A través de diferentes procesos históricos, sociológicos, culturales, esta figura fue decayendo es por eso que sostenemos que en la actualidad se ha invertido la promesa de padres a hijos. O sea, la promesa de bienestar, de prosperidad, de realización personal ya no está ubicada en la figura del padre sino en la de los hijos-niños. ¿Qué significa la inversión de la promesa? En la actualidad, el niño ocupa un lugar central en el ámbito de lo familiar y en la triangulación parental. Las expectativas, los deseos y el futuro se depositan en él y en lo escolar como representante de la niñez. De allí que las expectativas estén en juego en relación a lo que el niño hace, produce y efectúa en la escuela. En vez de que los niños estén preocupados por lo que piensan los padres sobre él, se produce la inversión y son los padres los que se encuentran muy preocupados por lo que pensarán o dirán sus hijos de ellos. Surge entonces el temor a no ser correspondidos por sus hijos, a no cumplir su función, a equivocarse, a enfrentarse a ellos, a colocarles un límite, a enojarse o simplemente a no ser modernos.
Ante este lugar imposible en el cual se ve confrontado, el niño responde a través de su cuerpo, la motricidad, la dis-atención, los problemas de aprendizaje, el fracaso escolar como modo de capturar el amor parental, aunque en ese mismo acto no cumpla el ideal. Es justamente ese costo el que lo lleva una y otra vez a reiterarse en el desenfreno, en la dis-atención o en la imposibilidad de relajarse o detenerse frente a cualquier situación que se le presente. La escuela, como representante de ese otro mundo moderno, no hace más que denunciar estos problemas. Justamente es allí, en lo escolar, donde más se manifiesta esta problemática. Esta promesa, con la que se encuentra el niño, a la cual tiene que aspirar para ser un buen hijo-niño y de este modo permitirle a los padres reflejarse en él, es inmediata, en tiempo presente. No es una promesa a futuro. Ella tiene que cumplirse ahora de modo eficaz en la escuela y en todos los ámbitos donde el niño se desenvuelve, ya que siempre está en juego el ideal. Ante este exigente espejo ideal, el niño inteligentemente responde moviéndose. 

Jean Berges




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